miércoles, 18 de julio de 2012

Otra vez soñando despierto

No sé si alguna vez le ha pasado a alguno de mis amables lectores lo que voy a relatar a continuación (agradecería retroalimentaciones al menos para saber que no estoy enloqueciendo):

Hace poco conduje de mi ciudad (Manizales) hacia un pueblo cercano (Salamina), trayecto que, a buena velocidad, toma aproximadamente dos horas. Partí a eso del medio día y comencé mi recorrido de vuelta a eso de las seis de la tarde. Esa noche tenía que presentar una evaluación en mi universidad pero aún no sabía exactamente a qué hora ya que el profesor, dependiendo de su disponibilidad de tiempo, nos avisaría en qué hora de la noche sería dicha evaluación, por este motivo decidí aumentar la velocidad promedio con la cual había recorrido la carretera en horas de la mañana. Aproximadamente cuarenta y cinco minutos después de salir de Salamina, ya había oscuridad absoluta en la carretera. Conducía solo, con el radio encendido a un bajo volumen, las ventanillas totalmente cerradas y las luces del carro en su máxima potencia. La vía entre Manizales y Salamina presenta una cantidad considerable de tramos estrechos cerca de acantilados de gran profundidad, sitios por los cuales hay que pasar con sumo cuidado. Mi mente estaba ocupada, mas que todo, por la idea de no alcanzar a llegar a tiempo para presentar dicho examen (de hecho, no lo logré) e imprudentemente ignoré el riesgo de los acantilados y conduje a gran velocidad. En cierto tramo de la carretera, solo y un tanto adormecido llegó a mi mente una idea con gran fuerza: pensé que, dada mi imprudencia, en algún punto de la carretera había perdido el control de mi carro y había caído a uno de los precipicios muriendo instantáneamente pero que, ya que desconocemos qué pasa a ciencia cierta después de la muerte, había entrado a una realidad alterna en la cual yo seguía vivo y todavía conducía hacia mi destino. La idea permaneció dándome vueltas en la cabeza hasta el punto de alcanzar la fuerza de verdad irrefutable y evidente. A partir del momento en el cual sucedió esto, gran parte del recorrido se desarrolló de la manera más etérea y surreal que podría imaginarme. Cada curva me pareció una manifestación de una nueva realidad, una experiencia cuasi-psicodélica en la cual el significado de lo que en ése momento realizaba, perdió algo de su sentido, conducía de manera automática mientras en mi mente se mezclaban imágenes de mi muerte y lo que estaría pasando en esa otra realidad que recién había abandonado al "morir". Imaginé que en ése momento, minutos después de mi muerte, estaría siendo avistado por campesinos del sector, imaginé que múltiples equipos de socorro trataban de sacar mi destruido vehículo y mi cadáver de entre sus latas retorcidas, mientras en la realidad en la que ahora me hallaba conducía aún abrumado por esta idea mortal. En ese instante, ante mi panorámica de visión, comenzó a caer ceniza (algo que está sucediendo muy frecuentemente por el reciente aumento de la actividad del Volcán Nevado del Ruiz) y las partículas de caían chocaban contra mi parabrisas previamente iluminadas por los faroles del carro. La carretera permanecía sola, mi vehículo era el único que, al parecer, transitaba por esos parajes. Esta sensación duró bastante tiempo hasta que llegué a un pueblo cercano, aproximadamente a una hora y media de recorrido desde Salamina y que se encuentra a veinte minutos antes de llegar a Manizales (a la velocidad que yo llevaba), y, de alguna manera, logré de nuevo ubicarme en la realidad... ver a la gente me causó la impresión de que aún seguía realmente vivo, la sensación de que mi "desprendimiento" del mundo anterior no había sucedido en realidad. Lo sentí como un descanso de la abrumadora idea que me invadía, de ese sentimiento de no estar en un mundo en el cual todo el camino era nuevo para mí. Con el paso de los días, de manera inesperada y sin un desencadenante aparente, relacionaba ideas cotidianas con manifestaciones de mi muerte previa, en esos breves momentos pensaba que el sueño había continuado mientras en mi realidad original las personas más allegadas a mí observaban mi rostro maltrecho y algunos lloraban conmovedoramente en una sala de velación en algún punto espacio-temporal de la vida que acababa de abandonar.. Estos episodios cedieron un tiempo pero ocasionalmente me surcaba la mente la idea de que estaba muerto y en ese preciso momento estaba soñando esa realidad en la que ahora "me econtraba", pero eran breves y sin la fuerte carga emocional que experimenté durante mi viaje en carretera. Actualmente (este viaje que menciono lo realicé hace aproximadamente quince días) sólo breves instantes de estas ideas, ahora más difusas, reaparecen en mi cognición como una manera de hecho que pudo haber sucedido pero que ignoro con cierta sarta de racionalizaciones. Llegué a Manizales asustado por lo que había acabado de pasar y el profesor, quien había llegado a la universidad veinte minutos antes de que yo llegara, efectivamente realizó el examen el cual perdí por inasistencia. Afortunadamente para mí, este problema tuvo una solución posterior. Solo quería dejar constancia de la exeperienca, espero ver cualquier comentario que sirva como muleta mental para esto que estoy sintiendo. Muchas gracias a quien se halla tomado el tiempo de leer todo esto. Gracias. Todo tipo de retroalimentaciones serán recibidas con suma alegría.


Por ahora me iré a dormir... todavía no tengo una explicación neuropsicológica para este fenómeno pero cualquier información que arroje luz sobre este asunto, será de suma importancia para mí. Gracias de de nuevo.

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