Onyryco es un espacio de narración y no muy extenso análisis de algunos de mis sueños, en el que el lector podrá aportar sus opiniones como psicoanalista honorario.
domingo, 28 de junio de 2009
(Madrugada del 27 de Junio de 2009) Sueño 1/1: Charlie Brown
El viernes 26 de Junio será un día inolvidable para mí, los hechos que antecedieron a este sueño fueron tan complejos que las descripciones del lenguaje escrito no bastarían para captar ni siquiera una parte de la esencia de lo que viví, fueron, simplemente, inefables. A pesar de esto, si podría decir que puse en contraposición varios de mis sentimientos más profundos, sentimientos como amor, tristeza y miedo que afloraron y que perdieron toda atadura de las inhibiciones de la consciencia, pero que al final del día se encontraron de nuevo con una realidad fría y desprovista de colorido, situación por la que tuvieron que volver a su más profundo escondite. Creo que es éste el sustrato de el sueño que voy a contar a continuación, sueño que, además de haber sido corto y vago, albergó un gran significado cuando lo correlacione con los hechos del día ahora que estoy más pendiente de ellos. El sueño comienza en una habitación bastante desordenada, sin una cama pero con ropa desperdigada por el suelo. Cerca de una ventana por la que entraba la luz del sol en grandes cantidades había un escritorio sobre el que reposaba un computador bastante viejo que no tenía torre pero que si tenía teclado y mouse. De alguna manera lo encendí, y apareció en la pantalla un escritorio bastante análogo al clásico escritorio de Windows pero que, a cambio de los íconos comunes en este sistema operativo, tenía las caras de algunos de los personajes de el programa de Charlie Brown (programa que yo veía mucho de niño y que ahora no veo regularmente debido a su desaparición). Cuando pulsé un click sobre el menú de “Inicio”, se desplegó una fila de niños (todos personajes de la serie) hacia el horizonte del escritorio de Windows como si fueran programas mientras el cursor selector era el mismísimo Charlie Brown señalando con una de sus manos a los niños estáticos. Moví a Charlie Brown a lo largo de la fila de “programas” hasta que todos los niños empezaron a gritar y a gemir, luego desperté. ¿Eran los niños encerrados en el computador alguna clase de representación onírica de lo que comenté más arriba, siendo lo más subconsciente y oculto la inocencia sentimental propia del niño queriendo salir del rígido sistema tiránico de la consciencia, representada ésta por el computador? ¿Acaso no era el gemir de los niños sino el llanto de mi propia libertad emocional el que me despertó?... “Amanecerá y veremos”...
martes, 23 de junio de 2009
Nuevo nombre... (¡Ahora con vitamina O!)
Como se habrá podido dar cuenta el amable lector, he cambiado el nombre de mi blog por petición de "un sujeto francés" que, al parecer, se vió afectado por el hecho de que este espacio se llamara Onyryc. Es por esto que ahora se llama Onyryco, pero la URL del blog se conserva como antes (www.onyryc.blogspot.com). Gracias al "sujeto francés" por ponerme al tanto de su problema.
lunes, 22 de junio de 2009
(Mañana del 21 de Junio de 2009) Sueño 1/1: Encuentro con un primo
La verdad, mis recuerdos sobre este sueño son muy vagos e imprecisos por lo que no podré ahondar en detalles. Mi sueño comienza cuando estoy metido en lo que parece una piscina en construcción, es decir, baldosas sin pegar y sitios de concreto al descubierto. De alguna manera salí de allí para encontrarme en el Parque Caldas, el que queda en frente de la iglesia de la Inmaculada, en el centro de Manizales. Caminé hacia el Centro Comercial Parque Caldas con un firme pensamiento: “Los denunciaré ante la alcaldía, ya verán”. En mi sueño, el centro comercial aún conservaba su representativo puente y me fui caminando por debajo de este. Cuando me disponía a cruzar la calle (la carrera 22), vino hacia mí un primo mío (el cual, en mi vida no onírica, existe como tal y se llama Johan). Johan vestía una camiseta roja de algún equipo de fútbol que no pude identificar y una pantaloneta azul satinada. Cuando llego a donde yo estaba me dijo: “¿Por qué no fuiste a la finca?”, a lo que yo contesté: “¿A qué hora salieron?”, el miro a otro lado y dijo: “A las cuatro y media de la mañana; ¿Su mamá no le avisó?”, yo negué con la cabeza y me desperté.
sábado, 20 de junio de 2009
(Mañana del 19 de Junio de 2009) Sueño 1/1: Popurrí Hollywoodense
Llamé a este sueño “Popurrí Hollywoodense” debido a que dentro de él aparecían varios personajes de algunas películas, personajes que iré mencionando conforme avanzo en la narración. Este sueño fue, dentro de mi onírica percepción temporal, bastante largo, tanto que, dentro del sueño, transcurrió todo un día y toda una noche a pesar de que lo que voy a contar a continuación no tenga una correlación temporal exacta. (Bueno, así son los sueños, ¿No?).
Mi sueño comienza bajo tierra, en una especie de cueva; de piso, paredes y techo lodosos, muy oscura e iluminada sólo por una linterna que sostenía John Leguizamo (aquí empieza el listado de personajes...) quien vestía un traje militar muy sobrecargado de toda clase de gadgets militares cual soldado profesional, sosteniendo un fusil; a su lado se encontraban dos hombres más igualmente armados y de apariencia militar. Yo también vestía camuflado militar y botas pero no tenía los gadgets ni arma alguna y me dedicaba a sostener un plafón con su respectivo bombillo que pendía del techo de la cueva gracias a unos cables de electricidad. Después de sostenerlo un rato, dije: “Listo, ya lo arreglé” y lo solté sin que tuviera mayores modificaciones y le dije a uno de los soldados que acompañaban a Leguizamo: “Usted, ¡organícelo!” a manera de orden. El soldado se dirigió presuroso a unir de nuevo el plafón con el techo sin tener éxito mientras el otro soldado, Leguizamo y yo nos reíamos a carcajadas. Fue entonces cuando los dos soldados y Leguizamo salieron corriendo y yo comencé a disponer una especie de explosivo pequeño en una de las esquinas de la caverna, un sonido de conteo regresivo comenzó (que estereotípico, por eso lo de “Hollywoodense” era en serio) y salí corriendo y sosteniendo un dispositivo “detonador” según parecía, a través de un pasillo de baldosas blancas y paredes color beige (¡¡??) hacia un cuarto construido de ladrillos e iluminado por la luz del amanecer que entraba por dos ventanas sin vidrios en una de las paredes. Allí estaban, créanme o no, varios de los personajes de CSI Las Vegas, entre los que estaban Grissom, Brass, Nick y Willows y otras tres personas que no pude identificar. Mientras llegaba a ellos, escuché una explosión y al instante presione el interruptor del dispositivo detonador el cual emitió una especie de campo de fuerza que nos cubrió a todos y nos teletransporto hacia afuera del edificio. Afuera, estaba solo yo, con la construcción a mis espaldas (un solo cuarto de ladrillos sin yeso y dos ventanas sin vidrios) y un gran paisaje de páramo frente mío: una gran extensión de relieve caprichoso y vegetación baja donde en el horizonte se veía una construcción muy similar a la que había atrás mío pero que era muchísimo más grande y que tenía más la apariencia de una cárcel. Yo ahora era negro, de pesados ropajes y de cabello rastafari (similar a un personaje de reparto que aparece en la película de Spiderman 1, que está en el puente y que le grita al Duende Verde que quien se mete con Spiderman se mete con toda Nueva York, [o algo así] mientras el villano trata de derribar a Spiderman cuando éste sostiene una cabina de teleférico llena de niños). Como ese personaje, salí corriendo detrás de una buseta anaranjada que paso justo en ese momento a través del montañoso paraje. No la alcancé, pero, en mi afán por alcanzarla, llegue a la construcción carcelaria, la cual era bastante alta, de muchas ventanas y una única puerta de entrada frontal. Contiguo al edificio, había un muro muy alto de ladrillos al pie del cual había un tráiler rosado que se movía rítmicamente y que yo identifiqué como un motel (No me pregunten por qué). De la nada saqué un escritorio que puse contiguo al remolque y, de nuevo de la nada, saqué otro escritorio que puse encima del primer escritorio que ya había dispuesto. Escalé los dos escritorios y me lancé al otro lado del muro donde caí en el piso y donde, antes de quedar inconsciente, pensé “Koyi K Utho”.
[Nota: aquí el lector quizás se confunda y piense que al momento de recuperar la consciencia estaba dentro de otro sueño, cosa que pasa frecuentemente; pero en mi caso, yo “sentía” que era el mismo sueño, que seguía en un continuo que no se había detenido a pesar de los breves e inefables momentos en los que estuve “inconsciente”, es como cuando dentro de un sueño uno cree saber algo sobre este y que en realidad ese algo no es explícito dentro del contexto de imágenes por el que se está pasando en el momento. Es por esto que asumo el sueño como una totalidad, no por la lógica temporal sino por la “ilógica subjetividad”.]
Desperté (a pesar de que sentí como si siempre hubiera estado despierto) en un pasillo que se extendía ante mis ojos. Los colores eran confusos y no había un color definido mas que un “verde claro generalizado”, es decir, no podría decir “esto era de tal color”, o “esto otro era de tal tonalidad”; en este momento me es imposible. El pasillo era muy similar al de un asilo o un manicomio, de techo alto y lámparas halógenas pendiendo del techo, con puertas a lado y lado. Me dirigí a una puerta que quedaba contigua a una silla que había contra una pared. Junto a la puerta había una mujer de pantalones verdes, botas, camiseta de esa que llaman “esqueleto” negra y cabello corto; es decir, una mujer soldado sin su chaleco. Sólo me dirigió una extraña mirada mezcla de odio y desilusión y yo sólo entré a la habitación. Dentro de la habitación había una “familia”: varios niños, mas o menos dos hombres, mas o menos dos mujeres y creo que un anciano (no recuerdo las cifras, ni siquiera al momento mismo de despertarme). Estaban todos hacinados debido a que la habitación era pequeña y sólo contenía como mobiliario dos camas y una repisa sobre la que había un televisor. Yo, mirándolos a todos dije: “¡Debemos protegernos!, ¡Los zombies vienen por nosotros!”, nadie se inmutó. Yo tomé una gran lámina de zinc que había dentro de la habitación a un costado de la puerta y la puse frente a la entrada, y la amarré (no sé a qué ni con qué) por sus lados. Inmediatamente la halé para probar su resistencia pero esta cedió ante mi tirón lo que dejó la entrada descubierta. Afuera, en el pasillo, estaba Danny Glover (protagonista de la película “Depredador 2”, el policía negro que al final mata al Depredador con una de sus propias armas. Por si no se acuerdan, aquí esta: http://es.wikipedia.org/wiki/Danny_Glover) con un overol de mecánico y portando una escoba con la que parecía estar barriendo el piso; me miró y meneó la cabeza en un gesto de decepción. A partir de aquí pasaron tres cosas que, aunque el lector no lo crea, no soy capaz en este momento de ubicar en un orden cronológico preciso por lo que las enumerare solamente y por lo que pondré al final de cada una mi despertar consciente:
1.Regresé a la habitación donde me senté al lado de una niña pequeña de mas o menos seis años a ver la televisión donde estaban presentando un video musical en el cual, en dibujos animados, aparecían hombres “extraterrestroides”, de cabezas grandes, ojos amarillos y tonalidad corporal azul grisácea, caminando por una calle de un barrio. Luego, llegó un carro bastante caricaturesco del que se bajó un hombre con la cabeza de Butthead (si, el de “Beavis & Butthead” de MTV) y que sacó una sierra eléctrica y decapitó al hombre “extraterrestroide”. En ese momento, junto a nosotros, se sentó un hombre que yo “sabía” que era el papá de la niña y dijo: “Bueno, ojalá no estén viendo bolas”. En ese preciso instante, en el televisor, empezaron a mostrarse imágenes caricaturizadas de frutas con piernas bailando de las cuales sólo recuerdo un banano bailando, una fruta rosada que no conozco, un racimo de uvas saltando y una sandía. (Desperté).
2.Aparecí en la azotea de el “asilo” junto a una de mis primas la cual, en mi vida NO onírica, tiene veintitrés años y una hija de dos años; ella llevaba en sus brazos a su hija. Empecé a ver una imagen de una Resonancia Magnética Funcional de un cerebro en corte coronal mientras mi prima me decía: “Tenemos que saber que causo el paro cardíaco del papá”. (Desperté).
3.Aparecí en la azotea con mi prima y su hija, frente a nosotros había un hombre (de ese hombre no recuerdo absolutamente nada, solamente de lo que nos hablo) el cual nos dijo: “Refúgiense en el faro, allá no los van a encontrar” a lo que yo conteste: “¡No!, sería como el sitio de peregrinación para los zombies”, inmediatamente después estábamos en la cima del faro, mi prima estaba detrás mío y yo estaba en el umbral de una puerta que comunicaba el lugar donde estábamos con una escalera en espiral que ascendía desde lo más bajo del faro y que, en ese momento, estaba llena de zombies que se atropellaban unos a otros tratando de alcanzar la puerta. Yo les disparaba en la cabeza con una escopeta, los cadáveres de los zombies (valga la redundancia y la ironía) comenzaron a acumularse a mis pies. (Desperté).
miércoles, 17 de junio de 2009
(Noche del 16 de Junio de 2009) Sueño 1/1: El Toro
Me encontraba yo en una habitación blanca y rectangular, con una sola puerta cerca a una de sus esquinas, de aproximadamente seis metros de largo por tres de ancho y aproximadamente dos metros de alto, iluminada por lo que parecía una luz blanca, muy similar a la de los hospitales, pero que no tenía ningún origen aparente, es decir, no había lámparas, bombillos o cualquier otro elemento que emitiera luz en toda la habitación. Dentro de esta habitación había una gran cantidad de rocas desperdigadas como si fueran las ruinas de algún templo antiguo, rocas que tenían variados tamaños pero ninguna forma definida, habia varias piedras de tamaño monolítico y una de ellas estaba cerca de la única puerta. Conmigo, dentro de la habitación, estaba una mujer, muy parecida a una joven que atiende en la recepción de una de las bibliotecas de mi universidad, la cual me gritó: “¡Debemos salir de aquí!” con el rostro totalmente alterado por el pánico, pánico que yo en el momento no compartía. La mujer se apresuró a abrir la puerta, pero inmediatamente hizo esto, el monolito más cercano a la puerta se le vino encima. Instantáneamente yo estaba al lado de la puerta sosteniendo con mi espalda la gran roca que, en apariencia y sólo en apariencia, era bastante pesada.
Sin darme ningún tipo de gracias, la mujer salió a un corredor bastante largo, sin puertas y de igual iluminación al de la habitación. Solte la piedra y salí junto a ella (bastante apresurada, por cierto) al corredor por el que corrimos hasta encontrarnos una bifurcación. Yo me detuve, ella siguió por el camino de la izquierda. Un momento después apareció corriendo y dijo: “¡Corre!, ¡Ahí vienen las fiestas de San Fermín!”, mientras la seguía, corriendo también, un grupo de hombres vestidos de blanco y con pañoletas rojas atadas a sus cuellos.
Entramos al cuarto de nuevo donde ya no había rocas y donde ahora había dos puertas de ascensor, una frente a la otra sobre los lados más largos. Angustiados, presionamos el botón contiguo al ascensor de la izquierda el cual se abrió revelando su interior, bastante clásico, con un espejo grande e iluminación similar a la del cuarto, con un pequeño y arcaico panel de control a su izquierda (¿?) del cual presionamos al mismo tiempo un botón de entre varios que habían (no recuerdo bien cuantos). En ese momento entró al cuarto un gran toro negro, robusto, de cuernos inusualmente afilados y bastante azuzado, el cual embistió primero hacia el ascensor de la derecha, ascensor que se abrió en ese momento quedando el toro dentro, justamente al frente nuestro. Entonces, nuestro ascensor se empezó a cerrar pero un barril de cerveza rodó hacia la puerta y evitó el cierre completo lo que desencadenó el mecanismo de apertura automática. Muy muy muy angustiado y asustado (reitero, muy) presioné el mismo botón que había presionado momentos antes junto con la mujer que ahora no estaba. El toro se volteó dentro del ascensor de enfrente y me miró, la puerta aún tratando de cerrarse, el barril aún evitándolo. Desperté.
Sin darme ningún tipo de gracias, la mujer salió a un corredor bastante largo, sin puertas y de igual iluminación al de la habitación. Solte la piedra y salí junto a ella (bastante apresurada, por cierto) al corredor por el que corrimos hasta encontrarnos una bifurcación. Yo me detuve, ella siguió por el camino de la izquierda. Un momento después apareció corriendo y dijo: “¡Corre!, ¡Ahí vienen las fiestas de San Fermín!”, mientras la seguía, corriendo también, un grupo de hombres vestidos de blanco y con pañoletas rojas atadas a sus cuellos.
Entramos al cuarto de nuevo donde ya no había rocas y donde ahora había dos puertas de ascensor, una frente a la otra sobre los lados más largos. Angustiados, presionamos el botón contiguo al ascensor de la izquierda el cual se abrió revelando su interior, bastante clásico, con un espejo grande e iluminación similar a la del cuarto, con un pequeño y arcaico panel de control a su izquierda (¿?) del cual presionamos al mismo tiempo un botón de entre varios que habían (no recuerdo bien cuantos). En ese momento entró al cuarto un gran toro negro, robusto, de cuernos inusualmente afilados y bastante azuzado, el cual embistió primero hacia el ascensor de la derecha, ascensor que se abrió en ese momento quedando el toro dentro, justamente al frente nuestro. Entonces, nuestro ascensor se empezó a cerrar pero un barril de cerveza rodó hacia la puerta y evitó el cierre completo lo que desencadenó el mecanismo de apertura automática. Muy muy muy angustiado y asustado (reitero, muy) presioné el mismo botón que había presionado momentos antes junto con la mujer que ahora no estaba. El toro se volteó dentro del ascensor de enfrente y me miró, la puerta aún tratando de cerrarse, el barril aún evitándolo. Desperté.
Prólogo a Onyryc
"(...)Entonces se acercó al dependiente y le dijo: 'Siempre sueño con un hombre que me dice: "Ojos de perro azul."' Y dijo que el vendedor le había mirado a los ojos y le dijo: 'En realidad, señorita, usted tiene los ojos así.' Y ella dijo: 'Necesito encontrar al hombre que me dijo en sueños eso mismo.' Y el vendedor se echó a reir y se movió hacia el otro lado del mostrador"
-Gabriel García Márquez. “Ojos de perro azul”
Onyryc es un espacio que he decidido crear con mi poca habilidad narrativa y creativa por varias razones, muchas de las cuales no compartiré con el amable lector. A pesar de esto, si diré que Onyryc surge como un “cuaderno de apuntes” donde recopilaré y trataré de detallar (dentro de los límites de mi capacidad narrativa y descriptiva) mis sueños y, quizás también, algo de los sucesos previos al sueño con el fin de, además de tener una base de datos fácilmente accesible, tratar de encontrar una relación o un substrato común a dichos sueños, ese onírico vínculo que tal vez todos quisimos conocer en algún momento y que podría decirnos bastante sobre nuestra personalidad. El blog está abierto a las opiniones de cualquiera, el lector podrá opinar cualquier cosa y dejar sugerencias de cualquier índole (¡Dejá de comer frijoles antes de dormir, baboso!).
Bueno, bienvenidos a Onyryc, el lugar donde podrán conocer un poco más de lo que subyace a la mente consciente de Sebastián.
-Gabriel García Márquez. “Ojos de perro azul”
Onyryc es un espacio que he decidido crear con mi poca habilidad narrativa y creativa por varias razones, muchas de las cuales no compartiré con el amable lector. A pesar de esto, si diré que Onyryc surge como un “cuaderno de apuntes” donde recopilaré y trataré de detallar (dentro de los límites de mi capacidad narrativa y descriptiva) mis sueños y, quizás también, algo de los sucesos previos al sueño con el fin de, además de tener una base de datos fácilmente accesible, tratar de encontrar una relación o un substrato común a dichos sueños, ese onírico vínculo que tal vez todos quisimos conocer en algún momento y que podría decirnos bastante sobre nuestra personalidad. El blog está abierto a las opiniones de cualquiera, el lector podrá opinar cualquier cosa y dejar sugerencias de cualquier índole (¡Dejá de comer frijoles antes de dormir, baboso!).
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