Estaba yo caminando por la acera de una avenida que ahora no puedo identificar cuando, por alguna razón, miré el cielo y pude ver un gran edificio, muy similar a una fábrica en su estilo arquitectónico, que flotaba en medio del aire. De una de las puertas de la fábrica flotante pendía una cuerda de la cuál estaba amarrado un hombre vestido como trabajador. Le pregunté qué le había pasado y me dijo que estaba amarrando la puerta cuando de repente la fábrica comenzó a flotar y a el le faltó valor para soltarse de la cuerda antes de que la fábrica ganara altura. Sentí pena por el hombre y me fui hacia un pequeño parque que había sobre una colina (muy similar al “Parque de los Enamorados” sobre la avenida Santander), allí, dios me habló (nótese antes que en mi vida no onírica soy no creyente) y me dijo que yo era el encargado de construir una nueva iglesia, yo le dije que si pero que con la condición de que me diera el poder para construir esa nueva iglesia, dios (¿Cuál?, no se, el que sea) accedió y me dio su poder. Fue entonces cuando le dije a dios que si le parecía bien que pusiera su iglesia a la salida de un centro comercial, el dijo que no veía ningún problema, que le parecía una buena idea porque así la gente que saliera de comprar, iría inmediatamente a rezar. Yo con mis “poderes” hice que surgiera al frente de un centro comercial (centro comercial que desconozco y cuyos detalles no recuerdo en este momento) una construcción enorme, una especie de templo de grandes agujas, muy parecida a la Iglesia de la Inmaculada (que, de hecho, sí está a la salida de un centro comercial). Fue entonces cuando dios me habló de nuevo y me dijo que había hecho bien y que ahora yo debía dirigirme a mi clase de Humanidades Médicas (materia que vi justo el semestre pasado), de repente aparecí en la sala de una casa algo vieja y destartalada, estábamos sentados varios de mis compañeros y yo en sillas altas, formando un círculo alrededor de Orlando Mejía, nuestro profesor de Humanidades Médicas, él hizo una pregunta y yo sentí la extraña necesidad de contestar así que levanté la mano pero de repente estaba yo en la parte trasera de un taxi en movimiento que al parecer, por lo poco que recuerdo, se dirigía hacia la fábrica de Meals de Colombia (lo que aún se conoce como “La Fuente”) desde la Vía Panamericana, estábamos a punto de chocar con otro taxi que venía en la vía de bajada, pero desperté.
En este sueño se pueden apreciar dos cosas fundamentales, la primera sería la repetición figurada de ese escenario que es la carrera 22, al nivel del parque Ernesto Gutiérrez, el Parque Caldas, el C.C. Parque Caldas, y la iglesia de La Inmaculada. Este escenario ya se había repetido en un sueño anterior (“Encuentro con un primo”) y parece tener un especial significado para mi subconsciente, por alguna razón, se me ha presentado en mis sueños como un sitio de amabilidad y familiaridad, un sitio en el que no me molesta estar (aunque, por estos días de ferias, sería en el último sitio en el que estaría), espero que el significado emocional de este sitio me sea más explícito en próximos sueños. El segundo aspecto importante es la aparición, repetida ya en el sueño inmediatamente anterior (“Pelea”), de mi grupo de compañeros de estudio en un contexto académico, y lo que es aún más importante: reunidos en una disposición circular. Este aspecto me hace pensar en la manifestación de ciertos arquetipos (recurriendo un poco a las teorías junguianas) en los que la forma circular entra a desempeñar un importante papel como manifestación del sentido de tribalidad del ser humano, la reunión en torno a la hoguera, los círculos de transmutación alquímicos, la forma del sol, etc. Es así como, a manera de hipótesis, podría decir que ya he trasladado mi “circulo” de tribalidad desde el núcleo familiar hacia un grupo más heterogéneo de personas, ¿Podría esto representar alguna clase de proceso de maduración social?, ¿Podría estar representando cierto alejamiento de mi núcleo familiar original?, nótese la contraposición simbólica en este sueño de “el nuevo círculo tribal” y “el sitio familiar”... ¿Qué opinaría usted, amable lector?