viernes, 3 de julio de 2009

(Mañana del 2 de Julio de 2009) Sueño 1/1: De caminata...



El primero de Julio fue un día bastante corriente, sin muchos sobresaltos y con un agradable encuentro con una amiga que no veía desde hace unos días y que tenía muchas cosas interesantes que contarme sobre su viaje a Santander y Bogotá. Me contó muchas de las emocionantes actividades que realizó, actividades que creo sirvieron de sustento del sueño que voy a relatar a continuación. Este sueño comienza en un bosque de pinos, ensombrecido por las frondosas copas de los árboles y de suelo bastante frío y desprovisto de vegetación. Yo iba con un grupo de gente que no pude reconocer, eran más o menos dos o tres personas vestidas a manera de montañistas a los cuales yo seguía mientras avanzábamos a través del bosque que solo tenía algunos claros donde la luz del día entraba de lleno. Caminamos mucho tiempo y llegamos a una cerca de alambre de púas. Cruzando el alambrado había una carretera que ascendía por entre los árboles en una pendiente bastante pronunciada lo que me indicó que estábamos en una montaña toda cubierta de pinos que sólo era surcada por esa vía. Pasamos el alambre de púas y comenzamos a subir por la empinada carretera que de un momento a otro paso de tener una configuración totalmente plana a tener una escalonada cual pirámide azteca. A medida que “escalábamos la carretera” cada vez con más dificultad, encontrábamos a nuestro paso en las terrazas de los escalones estiércol de caballo esparcido de una manera bastante atípica (Cabe aclarar que aunque la carretera se “escalonó”, el bosque seguía inusualmente plano). Tiempo después de escalar un buen rato, llegamos a un escalón donde había una mujer adulta totalmente desnuda y de excelentes proporciones sentada con las piernas cruzadas. Uno de los montañistas que me acompañaban dijo: “Yo me quedo aquí...” y se sentó al lado de la mujer mientras el otro (u otros, no lo se) siguieron el camino conmigo. Después de otro rato de caminata, llegamos a la avenida Paralela, a la altura de los túneles de Villa Nueva, tras de nosotros había desaparecido todo rastro de montaña o pirámide alguna, estábamos en uno de los costados de la Avenida Paralela. Yo tomé un bus azul dentro del cual me ubiqué en el puesto que queda detrás del conductor, los montañistas (o el montañista) que me acompañaban se dirigieron a la parte más trasera del bus. El conductor era un hombre robusto con un bigote prominente que me hizo pensar inmediatamente en Otto Von Bismarck como símil mas cercano. Como acompañante del conductor iba una mujer de una complexión extremadamente delgada, de cabello corto y ropa anticuada de la cual, a pesar de su extraña conformación corporal, sólo mire detenidamente su bigote. Si, la mujer también tenía un bigote gigante que al instante me recordó la gran masa de vello que tenía Nietzsche sobre su labio superior. El conductor paró en lo que parecía un barrio bastante tranquilo y amable frente a una casa grande y vieja, casas que son típicas en los barrios de bastante tradición en Manizales. La mujer se acercó al conductor, le dijo unas dulces palabras y se despidió de éste con un beso en la boca (¡¡¡!!!), fue el encuentro de dos gigantescas masas de vello nasal en un formato bastante romántico y hasta sensual. La mujer se bajó del bus y, mientras se despedía con la mano, me desperté. Ahora soy un hombre felizmente afeitado...

2 comentarios:

El Viejo Zambra dijo...

Este sueño fue demasiado viejo.
Sólo faltó don Mario para hacer de esto una fantasía tegumentaria del carajo.

Sebastián dijo...

No me hable de tegumentos en este contexto que me acuerdo de Mariana y Edison... Gracias por comentar socio.